El año más violento (A Most Violent Year)
Dirección: J.C. Chandor. Guión: J.C. Chandor. Intérpretes: Oscar Isaac, Jessica Chastain, Albert Brooks, David Oyelowo, Christopher Abbott, Peter Gerety, Elyes Gabel, Catalina Sandino Moreno, Alessandro Nivola, Ashley Williams, John Procaccino, Glenn Fleshler, Jerry Adler. Duración: 125 m. Año: 2014. Producción: EE.UU. y Emiratos Árabes Unidos.


En el marco del año con más crímenes vivido en la historia de Nueva York, 1981, se desarrolla la historia del empresario de distribución de gasóleo doméstico que debe no sólo competir con sus rivales del mercado, sino también afrontar el sistemático robo de sus camiones, con lo que ello supone de descalabro del negocio, justo en el momento crucial en el que está a punto de cerrar un acuerdo vital para reforzar su posición en el sector. El thriller al que da pie esta situación es más bien aparente, puesto que la verdadera esencia del filme, narrado de forma más bien pausada, es la lucha por la integridad moral de ese empresario frente a un mundo sucio y corrupto que lleva a escoger atajos al margen de la ley para poder triunfar. Ese equilibrio constante, esa decisión ética que, si bien está muy condicionada por los factores externos (desde los competidores a la propia familia), recae en uno mismo en última instancia, vertebra una película más sólida por lo que quiere decir que por cómo lo cuenta.
Cinelandia.
Si tuviera que elaborar una lista de directores con la cualidad de ser reconocibles por tener un estilo personal, aquello del sello propio, intentaría no olvidarme de J.C. Chandor, quien con tan solo tres filmes en su haber sin duda ha demostrado que debe ser tenido en cuenta. Apoyado en un guión excelente y una pareja protagonista de altura, es capaz de sugerirnos toda la violencia del título sin apenas tener que mostrarla en una historia aparentemente sencilla, o quizá no excesivamente apasionante, que gira en torno a la dificultad de hacer siempre lo correcto cuando todo se vuelve en contra, la responsabilidad que uno tiene sobre aquellos a los que debe servir de ejemplo y, en definitiva, de no apartarse del camino marcado, algo que inevitablemente está sujeto a matices según conveniencia. Una tonalidad de grises que dejan al espectador con más dudas que certezas envuelta en una cuidada estética ochentera digna del mejor Sidney Lumet, sin duda recomendable para todos aquellos que quieran pasar un buen (e incómodo) rato...

Álex.