Cruce de caminos (The Place Beyond The Pines)
Dirección: Derek Cianfrance. Guión: Derek Cianfrance, Ben Coccio y Darius Marder, sobre un argumento de Derek Cianfrance y Ben Coccio. Intérpretes: Ryan Gosling, Bradley Cooper, Eva Mendes, Dane DeHaan, Emory Cohen, Ray Liotta, Rose Byrne, Ben Mendelsohn, Bruce Greenwood, Mahershala Ali, Olga Merediz, Craig Van Hook, Gabe Fazio, Robert Clohessy, Luca Pierucci, Anthony Pizza, Kayla Smalls. Duración: 140 m. Año: 2012. Producción: EE.UU.


Estrenada en las pantallas españolas con algo menos de retraso que su interesante "Blue Valentine" (2010), que nos llegó dos años después -que alguien me lo explique-, el estadounidense Derek Cianfrance vuelve a sorprender agradablemente con "Cruce de caminos". Tranquilos, no es otra película de historias cruzadas, sino más bien la sucesión de tres líneas argumentales: los problemas de un motorista de feria ambulante (excelente Ryan Gosling) para mantener a su recién creada familia fruto de una relación esporádica, lo que incluye lanzarse a atracar bancos, las ansias trepas del policía (bien Bradley Cooper) con el que se topa en un frustrado asalto y, finalmente, la relación entre sí de los hijos de ambos quince años después. Las dos primeras historias están muy bien contadas y rozan momentos realmente brillantes, principalmente la deriva del fuera de la ley y el descubrimiento de la red de corrupción de la comisaría de policía, con un Ray Liotta que literalmente da escalofríos. Sin embargo, la tercera está resuelta con más intención que con resultados a la altura de lo anteriormente visto. En cualquier caso, aunque no es la obra maestra que podría haber sido, y que por momentos apunta, "Cruce de caminos" deja un buen sabor de boca y refrenda las expectativas generadas por Cianfrance con sólo dos largometrajes.
Cinelandia.
El nuevo trabajo de Derek Cianfrance guarda bastantes similitudes con el anterior, "Blue Valentine" (2010), desde alguna casual (como el retraso en el estreno) hasta otras más lógicas y evidentes que tienen que ver con la forma de desenvolverse de este director y que llevan a un resultado satisfactorio, pero que podría haber sido mejor, tal y como ocurrió con ese primer filme. Y es que, si bien es evidente que posee talento para contar historias tan potentes como los personajes que las protagonizan, le pierden sus aires pretenciosos y sus ganas de dejar huella. Aquí, tras engarzar de forma brillante los dos primeros capítulos, en los que vuelve a mostrar preocupación por las relaciones de pareja y por los entornos familiares para enseñarnos a dos perdedores vitales (uno literal, impecable como siempre Ryan Gosling, y otro empujado a una ambición que no se corresponde con su idealismo inicial, solvente Bradley Cooper), se enreda y alarga en un tercero en el que nos quiere convencer de la importancia de la herencia emocional, de forma un poco forzada y, como decía antes, más bien ampulosa. En cualquier caso, por ahora siempre interesantes sus trabajos, que sin duda seguirán mereciendo nuestra atención (esperemos que la próxima vez con menos retraso).

Álex.