El efecto K. El montador de Stalin
Director: Valentí Figueres. Guión: Valentí Figueres y Helena Sánchez.  Intérpretes: Jordi Collado, Marisa Ibáñez, Anthony Senen, Valentí Piñot, Joan Raga, Victoria Cuevas. Duración: 130 m. Año: 2012. Producción: España.


Curioso e interesante experimento cinematográfico que se vale de gran cantidad de imágenes de archivo para narrar la vida de un imaginario amigo del cineasta soviético Eisenstein que acaba convirtiéndose en agente secreto de Stalin. A través de este argumento, que permite múltiples posibilidades, asistimos a una especie de intrahistoria ficticia dentro del marco de la (apasionante y terrible) historia real de la primera mitad del siglo XX. Y, aunque peque de cierto tono amateur, no se puede negar su originalidad.
Cinelandia.
Ejemplo claro de cine experimental con vocación minoritaria, entremezclando imágenes de archivo con otras ficcionadas en un formato alternativo y acompañadas por una voz en off que vertebra esa parte visual. Para un clásico como yo resulta más atractiva la narrativa, en parte por el interés argumental (un espía al servicio de Stalin aficionado al cine y que lo utiliza como tapadera de sus actividades que no sabe decir que no a todos los encargos que la madre patria soviética le encomienda en aras de la revolución proletaria durante la convulsa primera parte del siglo XX, a pesar del dolor que le supone abandonar a sus seres queridos y del progresivo convencimiento de que está colaborando para un régimen dictatorial y manipulador que se deshace de todo aquel que se atreve a contradecirle), en parte por un exceso de imágenes entre retóricas y líricas no siempre justificadas que acaban por conceder una duración desmedida a un trabajo de esta naturaleza. Por el amor que demuestra al séptimo arte y por los resultados obtenidos de acuerdo a los riesgos que toma no puedo por menos que valorarlo positivamente, aunque queda claro que no es un trabajo para todo tipo de público...

Álex.