Érase una vez en... Hollywood (Once Upon A Time In... Hollywood)
Dirección: Quentin Tarantino. Guión: Quentin Tarantino. Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Brad Pitt, Margot Robbie, Emile Hirsch, Margaret Qualley, Timothy Olyphant, Julia Butters, Austin Butler, Dakota Fanning, Bruce Dern, Mike Moh, Luke Perry, Damian Lewis, Al Pacino, Nicholas Hammond, Kurt Russell, Rafal Zawierucha, Damon Herriman. Duración: 161 m. Año: 2019. Producción: EE.UU., Reino Unido y China.


Para su novena película (recordemos que prometió hacer diez), Quentin Tarantino recurre de alguna manera a la esencia de "Malditos bastardos" (2009) al idear un final distinto a una historia basada en hechos reales pero que se compagina en buena medida con ficción. Nos encontramos en el Hollywood de 1969, en pleno declive del sistema de estudios pero en el auge del cine de serie B y la televisión, la época favorita del director y, por ello, una película muy personal. De hecho, alejándose un tanto de sus diálogos diarreicos marca de la casa, el filme supone una auténtica experiencia inmersiva en Los Ángeles de ese momento: sus escenarios, sus iconos culturales y la cumbre del movimiento hippie, contracultural y pacifista, que, sin embargo, tuvo su lado oscuro en la secta de Charles Manson, que acabó matando a la actriz Sharon Tate. Todo este caldo de cultivo está muy bien descrito en una sucesión de escenas que se centran en la poco sustancial vida de un actor de tercera y su doble (estupendos Leonardo DiCaprio y Brad Pitt), que acabarán teniendo un especial protagonismo al final. En resumen, una cinta más sobria de lo que es característica habitual en Tarantino, que basa su fuerza en la detallada descripción de la época (excelente banda sonora incluida) y en un final alternativo salvaje y desatado.
Cinelandia.
Resulta evidente que los directores de cine llegados a cierto punto de su carrera artística necesitan hacer su película más personal, en la que no importa tanto el argumento o la historia principal a contar como el hecho de expresar su trayectoria a través de todo aquello que les marcó e influyó (a lo cual rinden sentido homenaje) con un tono ciertamente nostálgico. Esto es lo que ocurre con el décimo trabajo (para mí al menos, “Kill Bill” es el mismo relato pero está contado en dos volúmenes, 2003 y 2004) del siempre esperado Quentin Tarantino, que adolece de cierto vacío en el contenido argumental en beneficio de un admirable reflejo del Hollywood que agonizaba a finales de los años 60 del siglo pasado (y con él, cierto tipo de personajes y profesionales, encarnados de forma increíble por Leonardo DiCaprio y Brad Pitt hasta el punto de soportar ellos solos todo el peso del filme) y que él tanto venera. Un prodigio técnico, con excelente banda sonora (como siempre) y un final marca de la casa que hará las delicias de los "tarantinianos" que enarbolan el exceso por bandera sería el resumen más apropiado para el trabajo más personal (y para mí entre los cinco mejores) del director norteamericano.

Álex.