Four Lions (Four Lions)
Director: Christopher Morris. Guión: Jesse Armstrong, Sam Bain, Christopher Morris y Simon Blackwell.  Intérpretes: Riz Ahmed, Kayvan Novak, Nigel Lindsay, Adeel Akhtar, Arsher Ali, Preeya Kalidas. Duración: 97 m. Año: 2010. Producción: Reino Unido.


Un corrosivo y desatado humor satírico es el arma que el cómico británico Christopher Morris (al que disfrutamos en siete capítulos de la gloriosa serie "Los Informáticos") utiliza para combatir la estupidez humana en esta cinta que narra los surrealistas intentos de cuatro torpes terroristas islámicos que buscan emular a Bin Laden. El pensamiento religioso extremista, la supuesta solemnidad que envuelve a los mártires integristas, el drama de los atentados con hombres-bomba (o cuervos), la errática estrategia policial con respecto a la lucha antiterrorista... Todo ello es objeto de burla y escarnio en grado máximo, lo cual puede llegar a molestar o a plantear los límites del humor. Pero si te dejas llevar por la película, filmada con cámara en mano para dar mayor sensación de realismo, obtendrás la forma más efectiva de reírte de la estulticia generalizada y ganarás la batalla al miedo que el terror precisamente pretende provocar. "El humor es debilidad", reprocha uno de los ultrarreligiosos. Pues eso, a reírse de ellos.
Cinelandia.
Prometía en este filme la idea de esconder detrás de una comedia una crítica salvaje al fundamentalismo islámico y concretamente a los atentados suicidas, lo cual no deja de ser arriesgado por lo espinoso del asunto. Pero todo resulta tan disparatado y sin razón  como la propia idea de inmolarse en aras de no se sabe qué, con lo cual, aunque el mensaje llegue nítido y pueda tener su valor, cinematográficamente no hay por donde meterle mano. Con un formato de (falso) documental que sólo aporta un feísmo realista, sin presentación de personajes ni un hilo argumental que desarrollar, todo se reduce a una mera sucesión de parodias y diálogos embarullados con una gracia más que cuestionable y que  termina como empieza, en el absurdo más absoluto. Y es que para la sátira, además de presunto ingenio, se necesita talento y elegancia, elementos de los que carece esta cinta británica. A lo mejor alguien piensa que profeso la religión musulmana y que por ello critico negativamente la película, pero juro por Alá, ja, ja, que mis motivos son puramente cinematográficos.

Álex.