Gracias a Dios (Grâce à Dieu)
Dirección: François Ozon. Guión: François Ozon. Intérpretes: Melvil Poupaud, Denis Ménochet, Swann Arlaud, Éric Caravaca, François Marthouret, Bernard Verley, Josiane Balasko, Hélène Vincent, François Chattot, Frédéric Pierrot, Martine Erhel, Aurélia Petit, Julie Duclos, Jeanne Rosa, Amélie Daure. Duración: 137 m. Año: 2018. Producción: Francia y Bélgica.


El habitual cine de complejidades psicológicas de François Ozon deja paso con "Gracias a Dios" a la sobria y exhaustiva recreación, con vocación de investigación detallada y veraz, del reciente caso real de abusos a menores por parte de un sacerdote de Lyon bajo el encubrimiento de las autoridades eclesiásticas. Uno más de los múltiples que se están desvelando desde hace años a nivel mundial y cuya revelación periodística se narró con suma maestría en "Spotlight" (Thomas McCarthy, 2015). Sin llegar a esos niveles de calidad, "Gracias a Dios" muestra un sincero y sentido homenaje a las víctimas, contextualiza su lucha (y también sus discrepancias internas) y, en última instancia, expone las vergüenzas de una Iglesia Católica que no ha sabido reaccionar adecuadamente y, por tanto, se ha convertido en cómplice de los pederastas.
Cinelandia.
Si ya resulta llamativo que un cineasta de espíritu lúdico y amigo de la sorpresa como es François Ozon se haya inspirado en hechos reales, mucho más es que lo refleje de forma tan metódica, detallada y aséptica. Es imposible no participar de su valor social como denuncia y no estar al lado de aquellos que en su infancia y preadolescencia sufrieron abusos sexuales nada menos que de sacerdotes infractores de todas las leyes humanas y divinas conocidas (de ahí que resulte tremendo el silencio para ocultar los hechos que la Iglesia Católica ha impuesto normalmente), pero desde un punto de vista estrictamente cinematográfico su narrativa circular, incurriendo en múltiples reiteraciones y volviendo siempre al mismo punto (sobre todo en lo referente a las incomprensiones sociales y familiares que además deben sufrir las víctimas), convierte al filme en uno de los trabajos menos brillantes, que no malo, del siempre polémico director francés.

Álex.