Yo, él y Raquel (Me And Earl And The Dying Girl)
Dirección: Alfonso Gomez-Rejon. Guión: Jesse Andrews, sobre su propia novela. Intérpretes: Thomas Mann, Olivia Cooke, RJ Cyler, Nick Offerman, Connie Britton, Molly Shannon, Jon Bernthal, Katherine C. Hughes, Matt Bennett, Masam Holden, Bobb'e J. Thompson, Chelsea Zhang. Duración: 105 m. Año: 2015. Producción: EE.UU.


El cine indie estadounidense sigue entregando pequeñas joyas como ésta. No es que descubra nada nuevo, pero su desenfado y su calidad a la hora de contar historias cercanas y humanas deslumbra. Narrada primero en forma de comedia realmente graciosa alrededor de la amistad que surge entre un chico inseguro y creativo, y una chica, compañera de instituto, con leucemia, el filme aborda luego el drama lógico de una forma muy directa y sincera pero también aleccionadora para el protagonista.
Cinelandia.
Casi habituados a que cada año nos llegue al menos una perla cinematográfica del primer festival importante del año como es Sundance, la ganadora de la última edición es, sin duda, una buena película, pero a mí no me alcanza para encuadrarla con las mejores. La ecuación Sundance=cine indie, por tópica que sea, no deja de ser verdad por cintas como ésta, encantada de autoetiquetarse como tal con la batería de recursos que despliega (la voz en off, los rótulos en pantalla, la introducción de momentos animados, los encuadres y movimientos de cámara "molones") y que llegan a resultarme ligeramente incómodos para el desarrollo narrativo de la historia. La de un estudiante de instituto especializado en pasar inadvertido para el resto porque es un inepto en el terreno emocional y no quiere que las relaciones humanas le supongan un problema, que se ve obligado por su madre a pasar tiempo con una compañera enferma de leucemia y, gracias a ello, descubrirá el valor de no pocas cosas que nos ofrece la vida, a madurar en definitiva. El tono en el que se mueve el relato es el adecuado (mejor en su parte emocional y dramática, verdaderamente alentadora, y excesivamente pendiente de resultar inteligente en su vertiente cómica, un "tic" más que añadir a la larga lista arriba enunciada) y no me quiero olvidar de lo que como sentido y bello homenaje al séptimo arte resulta la película (sólo por esto merece la pena su visionado, son más hermosas las imágenes que cualquier intento de explicarlo por mi parte...).

Álex.