Midnight In Paris (Midnight In Paris)
Director: Woody Allen. Guión: Woody Allen. Intérpretes: Owen Wilson, Marion Cotillard, Rachel McAdams, Michael Sheen, Adrien Brody, Kathy Bates, Alison Pill, Tom Hiddleston, Léa Seydoux, Kurt Fuller, Corey Stoll, Mimi Kennedy, Gad Elmaleh, Carla Bruni. Duración: 100 m. Año: 2011. Producción: EE.UU. y España.


Woody Allen regresa con toda su frescura y sabiduría a entregarnos una de sus mejores obras (que ya es decir) en años. Esta "Midnight In Paris", en la que combina con maestría su devoción por la capital francesa, el ambiente cultural que la ciudad siempre ha acogido, la fantasía más desbordante y una de las historias de amor más sutiles que jamás ha realizado el genio neoyorkino, en una especie de equilibrada mezcla entre dos de sus filmes más acertados: "Manhattan" (1979) y "La rosa púrpura de El Cairo" (1985). Owen Wilson borda el papel del escritor inseguro incapaz de expresar todo lo que lleva dentro, tanto en su trabajo profesional como en su vida personal, atado por los convencionalismos y clichés del entorno opresivo que le rodea. Así, la huida hacia el pasado se convertirá, muy lejos del canto nostálgico, en la fuerza que le consolidará en el presente para atreverse a hacer los cambios necesarios, tanto en su obra como en su relación, y poder así seguir adelante. Un argumento bellísimo que no puede estar contado de mejor manera y con mayor gracia, en un contexto en el que Allen se mueve como pez en el agua, que es el de la bohemia intelectual, de la que también extrae sabrosos chistes: ese Buñuel que no comprende su propia obra o ese Dalí (excelente Adrien Brody) con su obsesión por los rinocerontes... Y qué decir del maravilloso personaje que encarna Marion Cotillard, todo ternura y encanto... Chapó, Woody.
Cinelandia
Fiel a su cita anual con los espectadores, el genio neoyorquino consigue sin duda la que es su mejor película dentro de su alianza con Mediapro, que le está llevando a rodar en las principales capitales europeas (¿entrará Madrid entre ellas...?). Todo un derroche de elegancia, romanticismo, melancolía y buen gusto musical para este viaje nostálgico que sirve de homenaje a los grandes protagonistas culturales de la primera mitad del siglo pasado (la mayoría de los "gags" que utiliza para presentarlos son realmente divertidos) y soportado básicamente en los hombros de su enésimo "alter ego", un Owen Wilson que demuestra valer para algo más que para comedias cercanas a la patochada y que se ve obligado a elegir entre el incierto e insatisfactorio presente o un pasado que ¿siempre fue mejor? He aquí la reflexión a la que nos invita un Woody Allen del que siempre podemos esperar lo mejor y del que ya ansiamos conocer más datos de su siguiente historia. Será con parada en Roma...

Álex