Mr. Holmes (Mr. Holmes)
Dirección: Bill Condon. Guión: Jeffrey Hatcher, sobre los personajes creados por Arthur Conan Doyle y sobre la novela "A Slight Trick Of The Mind", de Mitch Cullin. Intérpretes: Ian McKellen, Laura Linney, Milo Parker, Hiroyuki Sanada, Frances de la Tour, Roger Allam, Philip Davis, Hattie Morahan, Patrick Kennedy. Duración: 104 m. Año: 2015. Producción: Reino Unido y EE.UU.


Otro acercamiento al lado más humano, e incluso falible, como si se tratara de una persona real, del detective literario más famoso, Sherlock Holmes. En este caso, ubicado en sus últimos años de vida, alejado ya de su profesión y de la poca gente que le rodeaba, con Watson ya casado, un final creíble dado el carácter intelectual pero frío de Holmes, que le distanciaba así del resto de la humanidad en términos emocionales. Precisamente, su última investigación (más bien recuerdo), realizada con gran esfuerzo frente a la evidente senilidad que sufre, y sólo con el ánimo que le insuflan su afición por las abejas y la vitalidad del hijo de su criada, acabará desvelando que las claves de lógica deductiva le sirvieron de bien poco en su último caso, lo que le llevó a su definitivo retiro. A pesar de lo acertado de la idea de fondo del filme y de la excelente recreación de Ian McKellen, el tono frío e inane de la dirección deja luces y sombras en la película. De temática similar, aunque con un Holmes maduro pero no anciano, sigo prefiriendo la magnífica "La vida privada de Sherlock Holmes" (Billy Wilder, 1970).
Cinelandia.
La enésima relación entre la gran pantalla y el archiconocido personaje de Sherlock Holmes bien pudiera ser la última (que no lo creo), dado el tono crepuscular que el director Bill Condon imprime al personaje y a la cinta, presentando al detective más famoso de la historia como un anciano ya retirado (aquejado de senilidad y completamente entregado a su afición por las abejas) que recupera, a través de "sensaciones" y de la vitalidad que le aporta el hijo de la criada que le cuida, el interés por un último e inconcluso caso. Una mera excusa para escenificar la humanización y redención de la persona, más allá del mito del personaje, siempre centrada en la lógica y los hechos y que se había olvidado de los que le rodeaban; lástima que todo esté contado sin vigor, de forma tibia y lineal y acabe resultando un conjunto indiferente, a excepción del buen trabajo de Ian McKellen, por no decir prescindible...

Álex.