No habrá paz para los malvados
Director: Enrique Urbizu. Guión: Michel Gaztambide y Enrique Urbizu.  Intérpretes: José Coronado, Rodolfo Sancho, Helena Miquel, Juanjo Artero, Pedro María Sánchez, Nadia Casado, Younes Bachir, Karim El Kerem, Abdel Ali El Aziz, Nasser Saleh, Juan Pablo Schuck. Duración: 109 m. Año: 2011. Producción: España.


Este thriller ofrece un papel a la medida de José Coronado, que borda uno de los personajes a partir de ya míticos de la historia del cine español: Santos Trinidad, un policía venido a menos, amargado, alcohólico y, finalmente, (anti)héroe. Urbizu vuelve a su género favorito ("Todo por la pasta" -1991-, "La caja 507" -2002-) para seguir las andanzas de este elemento que, primero, trata de limpiar de testigos los asesinatos que ha cometido y, después, se ve implicado en una trama de tomo y lomo. El filme funciona bien, aunque se hechan en falta bien más diálogos dignos de la gloria del personaje creado bien más escenas de acción que subrayen lo oscuro de la trama. Aun así se ve bien, entretiene e, incluso, emociona y no nos acaba cayendo tan mal ese tremendo hijo de puta que es Santos Trinidad. En el debe de la película hay que mencionar que quizá la galería de secundarios no es la más acertada, especialmente unos planos Helena Miquel y Juanjo Artero.
Cinelandia.
Más allá de dejarnos un personaje para el imaginario colectivo del cine como es Santos Trinidad y que sin duda le reportará a José Coronado una larga lista de premios y nominaciones que acabará en los próximos Goya (merecida en cualquier caso, pues la verdad es que está inmenso), no comparto el entusiasmo unánime que ha despertado este filme en su presentación en el festival de San Sebastián. Con un inicio potente, el thriller que nos presenta Enrique Urbizu acaba derivando en un trasunto del 11-M resuelto por el (anti)héroe arriba citado de forma entre casual y chapucera, que al fin y al cabo es la crítica contra el sistema que viene a dejarnos el director y que, si bien es legítima, a mí no me apetecía ver reflejada en pantalla (quizá no sirva de argumento, pero el cine también son sensaciones y es lo que el cuerpo me dice después de verla, qué le vamos a hacer). Y, además, tiene un error general de casting brutal, porque el resto de personajes no es que estén a la altura de Coronado, es que están fatalmente interpretados y parecen simples palmeros a su lado, de manera que acaba siendo el peor trabajo del director para mí gusto y que aprueba de forma raspada gracias al protagonista principal. La Concha de Oro parecería un guiño localista de difícil justificación...

Álex.