Tiro en la cabeza
Director: Jaime Rosales. Guión??: Jaime Rosales.  Intérpretes: Ion Arretxe, Iñigo Royo, Jaione Otxone, Ana Vila, Asun Arretxe, Nerea Cobreros, José Ángel Lopetegui, Iván Moreno, Diego Gutiérrez. Duración: 85 m. Año: 2008. Nacionalidad: España.


La nueva película del arriesgado Jaime Rosales ("Las horas del día" -2003-, "La soledad" -2007-) plantea una propuesta rupturista y poco convencional, pero el resultado sólo se puede calificar de fracaso. Describe la vida de una persona que se levanta, visita a gente, se acuesta con una mujer, se vuelve a reunir con gente y, finalmente, asesina a otros dos hombres. Todo ello contado sin el más mínimo diálogo. ¿Cine mudo? No, es que Rosales pone el micrófono a distancia, por lo que sólo se oye ruido de fondo: tráfico, personas pasando, etc. Entiendo que la intención del director va por el lado de descontextualizar las acciones para hacer aún más absurdo el asesinato... Y es que, en realidad, la trama cuenta las vicisitudes de un terrorista de ETA hasta que se carga a dos guardias civiles, basándose en hechos reales acontecidos hace bien poco. Quizá este experimento en un cortometraje hubiera funcionado, pero hacer así una película de hora y media me parece una excesiva tortura para el espectador y, en realidad, esconde una tremenda desidia a la hora de hablar sobre el tema.
Cinelandia.
Si presentas en San Sebastián una cinta basada en los asesinatos de dos guardias civiles por la banda terrorista ETA en Capbreton (Francia), lo menos que esperas es que la lectura política que se le presupone sea acertada en cuanto a criticar duramente a los asesinos y sus secuaces, por encima de su valor cinematográfico. Pero hete aquí que el señor Rosales lo más que transmite es estupor e ingenuidad, presentando a uno de los asesinos en su vida cotidiana como un tipo normal que luego es capaz de realizar el hecho antes citado y además de forma casual, ya que fue un encuentro inesperado. Aunque no es su intención corre el riesgo de humanizar a un asesino al enseñarnos desde un teleobjetivo y sin diálogos que aparentemente lleva una existencia sencilla, trabaja y se relaciona con su entorno (¿qué se pensará este hombre, que los etarras llevan un cartel puesto o son hidras de tres cabezas?) y eso es un craso error; aquí hay víctimas y verdugos y el día a día de éstos últimos no son de interés para nadie en su sano juicio, ni siquiera para mostrar lo absurdo de sus actos criminales, y desde luego no ayuda a solucionar el conflicto (el propio Rosales ha declarado en estos días que era uno de sus objetivos, pelín pretencioso el amigo) y sí a generar polémica, que puestos a ser mal pensados ayudará en la taquilla (y eso que éste hombre hace cine para minorías, también según declaraciones suyas después de su éxito con "La soledad" -2007-, multipremiada en los últimos Goya). Abstenerse el gran público y más si el sueño aprieta, son 85 minutos sin diálogos, sólo con sonido ambiente, durísima de seguir. En la proyección que asistí en el Auditorio Kursaal se fueron indignadas muchas personas antes de terminar, entre silbidos, abucheos y cierta guasa, que de todo hay en la viña del Señor, y estoy convencido que muchos aguantaron por el morbo de ver los asesinatos, quizá la única parte salvable de la película. Doble fracaso para Jaime Rosales: cinematográficamente la conclusión es que los experimentos se hacen con gaseosa y socialmente no aporta ninguna visión interesante o diferente para acabar con la pesadilla terrorista.

Álex.