Un minuto de gloria (Slava)
Dirección: Kristina Grozeva y Petar Valchanov. Guión: Kristina Grozeva, Decho Taralezhkov y Petar Valchanov. Intérpretes: Stefan Denolyubov, Margita Gosheva, Milko Lazarov, Kitodar Todorov, Ana Bratoeva, Nadejda Bratoeva, Nikola Dodov, Stanislav Ganchev, Mira Iskarova, Hristofor Nedkov, Dimitar Sardzhev, Ivan Savov. Duración: 101 m. Año: 2016. Producción: Bulgaria y Grecia.


Planteada como un relato un tanto kafkiano y surrealista, con tintes cómicos y final necesariamente dramático, "Un minuto de gloria" narra la historia de un torpe pero honesto empleado público de los ferrocarriles que, en su rutinario turno de trabajo, descubre un buen montón de dinero abandonado y decide entregarlo a las autoridades. Al intentar premiar su recta actitud, el burocrático Estado, dibujado como inepto y corrupto, consigue más bien humillar al protagonista, utilizándole para sus propios fines e incluso robándole algo muy querido y personal, el reloj que le regaló su padre. Empieza entonces una odisea para recuperar el objeto y asistimos a la crecientemente ruin respuesta del Estado, representado por personas sin afecto e indiferentes hacia los demás, incluidos a los que tendrían que servir. Un filme tan sencillo como rico en matices y lecturas.
Cinelandia.
Minimalista en su planteamiento y sus formas, pero universal en los mensajes que envía al espectador. Así es la gran triunfadora de la edición del Festival Internacional de Cine de Gijón 2016, seguramente con toda justicia, que nos muestra la integridad y honestidad del individuo frente al burocrático, manipulador, corrupto e inhumano aparato del Estado con la, por momentos, surrealista e increíble historia del empleado ferroviario que se encuentra una considerable suma de dinero abandonada en las vías del tren y decide entregarla, hecho que le comporta su momento de fama y un reloj nuevo de regalo por su generosa acción, y que acabará derivando en su peor pesadilla cuando intente recuperar, por su valor sentimental, el que ya tenía. En clave cómica la mayor parte de su metraje hasta un acto final dramático, y en última instancia trágico, la cinta es una severa denuncia de los sistemas corruptos instalados en la mayor parte de los países que formaron el Telón de Acero, y del de Bulgaria en particular, del tiempo que nos toca vivir en el que el peloteo, el postureo y la imagen priman por encima de todo lo demás, y una amarga queja sobre la injusticia con que la vida trata a las buenas personas y, en cambio, le da lo que ni siquiera anhela o necesita a las que no demuestran ninguna compasión con sus semejantes. Como en otras ocasiones, será una pena que la propia modestia intrínseca del filme no permita que llegue al gran público, en mi caso ha resultado una experiencia gratificante la primera incursión en el cine búlgaro...

Álex.