Cuestión de sangre (Stillwater)
Dirección: Tom McCarthy. Guión: Tom McCarthy, Marcus Hinchey, Thomas Bidegain y Noé Debré. Intérpretes: Matt Damon, Camille Cottin, Abigail Breslin, Lilou Siauvaud, Deanna Dunagan, Idir Azougli, Anne Le Ny, Moussa Maaskri, Isabelle Tanakil, Naidra Ayadi. Duración: 139 m. Año: 2021. Producción: EE.UU.


Película que refrenda a Tom McCarthy ("Vías cruzadas" -2003-, "The visitor" -2007-, "Win Win - Ganamos todos" -2011-, "Spotlight" -2015-) como uno de los mejores directores de lo que llevamos de siglo, especialmente hábil a la hora de contar historias con un fuerte componente humanista. Gracias a un muy inteligente guión, es capaz de dar la vuelta totalmente a un planteamiento que en otras manos se hubiera convertido en un culebrón: un argumento muy libremente inspirado en el conocido caso de Amanda Knox (una estudiante estadounidense que fue acusada de asesinato durante su estancia en Italia). En este caso, McCarthy nos describe a un típico white trash americano (espectacular interpretación de Matt Damon) que malvive de curro en curro a cuál más precario, insensible a una dinámica (junto con su antigua adicción a la bebida) que ha destruido sus propias relaciones familiares. Su hija, deseando salir de ese infierno, pero (y aquí está una de las ideas clave de la cinta) con tendencia a repetir los errores de su padre, huye a Francia para reconstruir su vida y acaba siendo acusada del asesinato de su novia. Entonces, en lo que es una ácida crítica al comportamiento de estos personajes (como clara metáfora del intervencionismo descerebrado de Estados Unidos en el mundo), el padre vuela a Europa con la intención de ejercer de héroe excesivo incapaz de discernir los hechos y dispuesto a forzar la realidad para que se ajuste a sus ideas preconcebidas. Pero (gran sorpresa) no cuenta con la influencia del multiculturalismo en el que se sumerge (y de otras formas de pensar, en general) ni con el encuentro con una mujer y su hija en las que identifica la posibilidad de familia feliz que nunca pudo tener. El gran drama de la historia llega después, cuando parece que el protagonista puede abrir los ojos y recomenzar de nuevo pero le vuelve la obsesión de liberar como sea a su hija (aunque para ello se permita secuestrar a un sospechoso sin pruebas, puntilla final al imperialismo americano), poniendo en un brete su quizá única oportunidad de cambiar.
Cinelandia.
Libremente inspirado en el caso Amanda Knox, el prestigioso Tom McCarthy propone diferentes lecturas a varios niveles en este su nuevo trabajo, apoyado en un omnipresente Matt Damon como el rudo norteamericano (típico arquetipo denostado de un votante de Donald Trump) que viaja a Marsella para visitar a su hija condenada y encarcelada por haber asesinado a su novia, estudiante como ella. Su particular forma de intentar demostrar su inocencia en un país extraño le llevará a sufrir tal choque cultural que pronto derivará en una profunda catarsis personal que le ofrecerá la posibilidad de recuperar su vida a todos los niveles y le abrirá los ojos de lo que verdaderamente importa, sin duda lo mejor del filme junto a la construcción de sus personajes y el respeto que el director demuestra por los mismos. Lástima que en un plano secundario, pero también importante tal y como está planteado en forma de thriller, resulte (además de inverosímil y rocambolesco en el peor sentido) una burda copia de una notabilísima película que conviene no mencionar para no incurrir en spoiler; como además todo esto se concentra en el último tramo, la sensación es que la cinta va de más a menos (exceptuando un acertado final que permite recuperar, en parte, las buenísimas sensaciones que venía dejando).

Álex.