Rompenieves (Snowpiercer)
Dirección: Bong Joon-ho. Guión: Bong Joon-ho y Kelly Masterson, basados en el cómic "Le Transperceneige", de Jacques Lob, Benjamin Legrand y Jean-Marc Rochette. Intérpretes: Chris Evans, Tilda Swinton, Jamie Bell, Luke Pasqualino, Alison Pill, Ed Harris, John Hurt, Octavia Spencer, Song Kang-ho, Ko Ah-sung. Duración: 126 m. Año: 2013. Producción: Corea del Sur, EE.UU., Francia y República Checa.


Basado en el cómic francés "Le Transperceneige", el surcoreano Bong Joon-ho ("Crónica de un asesino en serie" -2003-, "The Host" -2006-, "Mother" -2009-, ésta desgraciadamente sin estrenar en España) se consolida con "Rompenieves" como uno de los talentos más originales del cine actual. Sus películas unas veces podrán ser excelentes (casi siempre) o simplemente buenas, pero, desde luego, siempre son peculiares, atractivas e impactantes. En este caso, aborda la historia de un futuro distópico en el que algo salió mal en la lucha contra el calentamiento global y ahora todo está congelado, muerto. Los únicos supervivientes viajan en un tren en movimiento perpetuo, a la espera de que la naturaleza vuelva a revivir algún día por sí sola en lo que es una ácida burla a la actitud de huida hacia adelante del ser humano. A partir de ahí, los años de vida en el tren derivan en una estricta división clasista, en la que los desheredados ocupan los últimos vagones y las peores condiciones de vida, mientras los acomodados disfrutan del lujo en un viaje a ninguna parte. Incluso la obligada revolución en ciernes descubrirá insospechadas relaciones de poder ante un destino apocalíptico. Todas estas metáforas son mostradas con fuerza por Bong Joon-ho, aunque su desarrollo deriva por momentos en un tono más grueso de lo necesario, pleno de violencia gratuita típicamente surcoreana (quizá más influida desde la producción por Park Chan-wook). Aun con todo, estupendo cine.
Cinelandia.
Tras Park Chan-wook ("Stoker" -2013-) le ha tocado el turno a Bong Joon-hoo ("The Host" -2006-, "Mother" -2009-) de debutar en Occidente, paso parece que obligado para todo director asiático que la industria norteamericana aprecie. Y como suele ocurrir en estos filmes, llamémoslos "matrimonios de conveniencia", hay costuras que acaban por verse y que afean el resultado. En este caso el contrato vendría a decir algo así como "yo te dejo mantener el habitual toque excesivo y violento de vuestro cine, eso sí, debidamente puesto al servicio del espectáculo, y a mí me dejas incluir al atormentado (anti)héroe al que tanto nos gusta recurrir". Gracias a un argumento original y brillante como es el de un tren que circula sin parar albergando a la humanidad superviviente a una catástrofe que ha helado el planeta y que sirve para plantear poderosas y metafóricas ideas sobre divisiones sociales, la manipulación y la alienación del individuo dentro del colectivo, la sumisión al poderoso hasta que aparece la necesidad de rebelarse, todo ello sumado a una fuerza visual incontestable y a un meritorio despliegue de recursos técnicos, acabas por abandonarte al puro entretenimiento sin importarte la irregularidad y los vaivenes del recorrido...

Álex.